Fibromialgia
La fibromialgia es un trastorno neuro-musculoesquelético crónico que cursa con dolor muscular además de otros síntomas entre los que se incluye la fatiga, el trastorno del sueño, la depresión o la ansiedad. Actualmente se cree que esta patología se debe a un procesamiento desadaptativo del dolor en nuestro sistema nervioso central y hasta la fecha, no existe ningún marcador que permita hacer un diagnóstico específico. Este trastorno neuro-musculoesquelético, dadas las implicaciones neurobiológicas, también se clasifica como un proceso de sensibilización central (neuroplasticidad desadaptativa).
Desde un punto de vista epidemiológico, se trata de una patología que presenta mayor prevalencia en mujeres que hombres, siendo el rango de edad entre los 20 y los 55 años el más predominante. Además, en aquellos casos en que la persona padezca alguna otra enfermedad de tipo reumático, la probabilidad de presentar fibromialgia aumenta.
A nivel neurofisiológico, la fibromialgia se caracteriza por presentar un mayor número de neurotransmisores excitadores como la sustancia P o el glutamato. Por el contrario, los niveles de serotonina y norepinefrina se encuentran disminuidos (se trata de sustancias químicas que participan de los mecanismos que nuestro organismo dispone para fabricar analgesia). También se produce una alteración en los niveles de dopamina, así como en la actividad de los opioides que produce nuestro cerebro.
A nivel clínico, uno de los síntomas fundamentales que presentan estos pacientes es una expansión del dolor que puede abarcar las extremidades superiores e inferiores o zonas en ambos lados del cuerpo. El dolor percibido puede ser identificado como de tipo articular y/ o muscular, y los síntomas iniciales pueden presentarse de manera local en una región limitada del cuerpo como el cuello o los hombros. No obstante, otros signos y síntomas habituales son la presencia de fatiga, alteraciones cognitivas (como dificultad para centrar la atención), ansiedad, depresión o sensación de no tener un sueño reparador a pesar de dormir tiempo suficiente (más de 7 horas), incluso de tener un sueño ligero que les hace desvelarse con cierta facilidad. También se ha observado que la prevalencia de reflujo gastroesofágico o del síndrome de colon irritable es mayor entre las personas con fibromialgia.
Como criterios diagnósticos aceptados por la comunidad científica actualmente se consideran tener un puntaje de más de 7 puntos en el Índice de Expansión del Dolor (IED) y más de 5 puntos en la escala de Severidad de los Síntomas (ESS), o bien una puntuación entre 3 y 6 puntos en el IED y más de 9 puntos en la escala de ESS. También hay que considerar que la sintomatología en el paciente haya estado presente durante al menos 3 meses y que no presente ninguna otra alteración en el estado de salud que justifique los síntomas que presente.
Los abordajes terapéuticos actuales van encaminados al manejo sintomático de la patología e incluye el uso farmacológico, el ejercicio físico y el tratamiento psicológico. En particular, dentro del ámbito del ejercicio físico, se han planteado distintas modalidades entre las que se incluyen el ejercicio aeróbico, el ejercicio de fuerza-resistencia y los ejercicios en agua ya que, a causa del dolor con que cursan estos pacientes, su nivel de actividad física se ve disminuida. En concreto, estudios recientes han analizado los efectos de un entrenamiento centrado en mejorar fuerza durante varios meses como propuesta de rehabilitación y los resultados apuntan a una mejora en la actividad parasimpática y en la frecuencia cardíaca, así como una disminución en la intensidad del dolor.
Por otra parte, la evidencia científica ha observado que tanto el entrenamiento de la fuerza como el ejercicio aeróbico contribuyen de forma similar y de manera positiva en la mejora de aspectos psicosociales como la ansiedad y la depresión, así como contribuye a regularizar los ciclos del sueño.
Asimismo, la educación terapéutica, centrándose en proporcionar claves para una correcta higiene del sueño, y proporcionando información comprensible que les permita entender cómo el estrés o la ansiedad pueden contribuir a perpetuar el estado actual de salud. En este sentido, la educación en dolor puede ser otro objetivo útil que les ayude a comprender la naturaleza y mecanismos presentes en esta patología.
Referencias
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