Terapia miofuncional

La terapia miofuncional se basa en la teoría del crecimiento de la cara propuesta por Donald H. Enlow (1984), en la cual se destaca que los huesos faciales no crecen por sí solos, sino que el crecimiento es producido por la matriz de tejido blanco que recubre por completo cada hueso. Los factores genéticos y funcionales del crecimiento óseo se encuentran en los tejidos blandos tales como músculos y tejido conjuntivo.

La terapia miofuncional consiste en la utilización del conocimiento sobre el crecimiento facial y su interacción con tejidos blandos como lengua, labios y musculatura orofacial para lograr un equilibrio musculo-esquelético que aporte funcionalidad adecuada a procesos como el habla, deglución, fonación y respiración.

La terapia miofuncional mejora las funciones del sistema orofacial, tanto primarias (respiración y alimentación) como secundarias (articulación y fonación). La terapia miofuncional engloba en su tratamiento una primera fase de estimulación de la sensibilidad y la motricidad muscular, y otra segunda fase de rehabilitación propiamente funcional. La primera fase requeriría una participación más pasiva por parte del paciente, donde el especialista trabajaría con masajes e incrementos sensoriales de fuerza-presión, sabor, volumen, temperatura y olores, mientras que la segunda requeriría una participación más activa y voluntaria para la realización de las praxias o ejercicios orofaciales.

Masaje facial miofuncional

El masaje facial miofuncional es una técnica que se utiliza para trabajar las alteraciones musculo-esqueléticas y sus funciones. Tiene como objetivo, la estimulación muscular a nivel de sensibilidad y motricidad con la que activar el SNC, coordinador a su vez de diferentes funciones musculares.

El masaje es esencialmente manual, aunque también pueden aplicarse instrumentos con diferentes presiones y texturas como vibradores orofaciales. Estos instrumentos pueden facilitar y/o complementar al masaje facial manual. Mediante la palpación en la cubierta corporal, vamos trasmitiendo presión mecánica con las manos y provocando efectos sensoriomotores, como circulación, movilidad y consciencia sensorial de la zona.

Ejercicios de motricidad orofacial

Otra de las herramientas para el tratamiento de estas alteraciones son los ejercicios que trabajan la fuerza, el tono, la resistencia y la movilidad muscular de forma activa, también conocidos como praxias orofaciales. Los ejercicios de motricidad orofacial son aquellos que implican movimiento voluntario de los órganos buco-fonadores. McCauley (2009) los define como “actividades no verbales que implican estimulación sensorial o acciones de labios, mandíbula, lengua, paladar blando, […] que pretenden influir en las bases fisiológicas del mecanismo orofaríngeo para mejorar sus funciones”. Estos ejercicios, van dirigidos a aumentar la fuerza, tono, resistencia y/o precisión de los músculos orofaciales.

Los diferentes tipos de ejercicios activos en los que se pueden categorizar las praxias orofaciales:

  • Isométricos: Son ejercicios en los que los músculos permanecen estáticos generando tensión. No hay movimiento. Con la realización de estos aumentará la fuerza de los músculos y su resistencia. Para ser eficaces, la contracción se deberá mantener entre 6 y 8 segundos.
  • Isotónicos: Son aquellos en los que los músculos mantienen el tono mediante el acortamiento (acción concéntrica) y el alargamiento (acción excéntrica). Implican movimiento. Se realizarán las praxias hasta 3 segundos.
  • Isocinéticos: Son ejercicios de oposición al movimiento. Se realizan con una resistencia fija y deberán tener una duración mayor a 10 segundos.