Terapia de estimulacion orofacial

Muchos de los pacientes con afectación neurológica pueden presentar diversos problemas en la región orofacial. Así, podemos encontrarnos con pacientes con patrón espástico, donde los movimientos voluntarios se realizan mediante reacciones hipertónicas, que frenan o impiden el libre movimiento de las diferentes estructuras, y conducen a distrofias de determinados grupos musculares, al adoptar una posición defectuosa constante. También, podemos encontrarnos con pacientes en los que es característico la hipotonía muscular, afectando a las zonas labial, lingual, orofaríngea y al conjunto de la musculatura orofacial.

La terapia de estimulación orofacial, basada en el concepto Castillo Morales, fundamenta la reorganización del complejo orofacial en la totalidad de la motricidad del cuerpo y un “reconocimiento” agradable de la cara. También influye de forma directa sobre las funciones gestuales (mejillas, labios y lengua) y en las funciones orofaciales como succionar, deglutir, masticar y respirar. Se considera como un concepto de tratamiento sensoriomotor para mejorar actividades motoras y aumentar la capacidad de percepción y comunicación, con el objetivo de lograr una función más normalizada.

Al estimular la zona orofacial se favorece el desarrollo sensorial que se realiza por medio de la percepción intraoral, regulando la musculatura orofacial para adaptar el tono muscular y así activar los movimientos de la cara y beneficiar funciones débiles e inexistentes orofaciales (funciones de los gestos, las mejillas, los labios y la lengua; también se busca mejorar funciones implicadas en la succión, la deglución, la masticación, la respiración, la fonación y el habla).

Al potenciar estas funciones, también se tiene incidencia sobre la comunicación y la deglución, siempre controlando la postura y los movimientos involuntarios o descoordinados.

La condición previa para preparar el patrón de movimiento fisiológico en el complejo orofacial es una correcta alineación postural y muscular de la cabeza y el cuerpo. Se moviliza y se relaja la zona orofacial, en función de las necesidades de cada paciente. Se debe tener en cuenta el proceso de respiración, ya que los músculos del complejo orofacial están relacionados sinérgicamente.

El doctor Castillo Morales realizó una adaptación del esquema de Brodie de alineación postural, añadiendo desde la cintura pélvica, los miembros inferiores hasta llegar hasta los pies, ya que estos influyen directamente en la postura y en los movimientos de la zona orofacial.

Al estimular la zona orofacial no debe olvidarse de que la boca y la cara son las partes más sensibles y frágiles del cuerpo. Se moviliza la musculatura de la cara, tratando de normalizar el tono muscular. Posteriormente se estimulan las zonas motoras de la cara (músculos de la mímica), para activar las respuestas de estos grupos musculares.

Existen diferentes músculos responsables de la mímica como: frontal, elevador del labio superior, elevador del ala de la nariz, orbicular de los ojos, orbicular de los labios y borla de la barba. Todas las zonas se pueden utilizar individual o grupalmente.

Estimulando las zonas de la cara se logra la activación muscular y los pliegues de los músculos y, de esta manera, se favorece la expresión gestual. También se estimula la zona intraoral (dentro de boca), labios, lengua, encías, paladar, etc. De esta manera se logra el cierre o la apertura de la boca y la movilidad lingual, necesarios para la succión, la masticación, la deglución y el habla. Se realiza introduciendo dentro de la boca, un dedo, un cepillo y otros instrumentos para la estimulación intraoral. Para realizar la terapia de estimulación orofacial, se activan los receptores de la piel, el tejido conjuntivo, muscular y articular por medio de: Contacto, tacto, tracción, presión y vibración (interrumpida o continua).

Se inicia con un primer acercamiento, poniendo las manos en la cara del paciente, realizando contactos suaves hasta que consigamos su confianza. Sin separar las manos de la cara, se realiza el tacto con una presión suave y más fuerte, después se hace la tracción y presión muscular para activar los músculos de la mímica, en dirección a las zonas motoras. Luego se aplica la vibración, que puede ser continua o interrumpida, y con ello se logra aumentar la tonicidad y estabilizar la postura. Por último, se moviliza la ATM y se realizan todos los movimientos de la articulación; también se trabaja respiración y masticación. El tratamiento se modificará en función de las características del paciente.

Se activa la musculatura de las zonas motoras de la cara, por separado o de forma combinada, como también la estimulación de la zona orofacial. Sobre la base del diagnóstico se elabora, para cada paciente, un programa de tratamiento individualizado, en el que se fijan los puntos principales y los objetivos específicos en cada caso que, con el trascurso del tiempo, se van adaptando a los cambios.