Restauración y reentrenamiento de la función

Los programas de restauración de la función (también llamados de reentrenamiento o estimulación de la función), normalmente implican la práctica de ejercicios diseñados para fortalecer algunos procesos básicos, tales como atención, memoria, percepción, funciones ejecutivas, etc (Sohlberg y Mateer 2001). El fundamento teórico sobre el que se basa este tipo de intervención, reside en la concepción de que la estimulación de los distintos componentes de los procesos cognitivos, conducirá a un mejor procesamiento y a una automatización de dichos procesos, mostrando, así, un mejor rendimiento (Mateer, Sohlberg y Youngman, 1990; Ríos, Muñoz-Céspedes y Paul, 2007; Sohlberg, Mc Laughlin, Pavese, Heidrich y Posner, 2000). La restauración de la función requiere que el paciente realice una serie de ejercicios, más o menos repetitivos, en los que se vea directamente implicada la función alterada, bajo el supuesto de que la red neuronal que participa en su ejecución estará siendo entrenada, facilitando, acelerando y dirigiendo la recuperación neuronal y los mecanismos de recuperación espontánea, promoviendo la plasticidad neuronal e incluso la regeneración de neuronas (Anderson, Winocur y Palmer, 2003). (1)

La estimulación de la función implica mecanismos de “abajo-arriba”, de modo que los estímulos externos o los procesos de bajo nivel, son los que arrastran hacia la recuperación de los procesos de alto nivel. Así, este tipo de entrenamiento suele comenzar con tareas sencillas que se van complicando a medida que el paciente progresa. (1)

El mecanismo de restauración se centra en la recuperación de la función, a través de la activación repetida de la capacidad alterada, siempre que la lesión cerebral no haya producido una abolición completa de dicha función. Se asume que, en las lesiones ligeras del sistema nervioso, permanecen circuitos cerebrales preservados que se activan, facilitando así la recuperación funcional.

Está suficientemente documentado, que la estimulación repetida produce incremento del metabolismo en las áreas corticales afectadas. La ejercitación repetida puede activar el crecimiento axonal y dendrítico, así como contribuir a crear vías neurales alternativas. En definitiva, la ejercitación intensiva de las funciones parcialmente suprimidas, modifica las condiciones cerebrales, ya que a medida que aumenta la práctica de una habilidad particular, mayor es la extensión de la superficie cortical que se activa. (2)

Las técnicas de restauración reorganizan las mismas redes neurales del sistema que ha resultado dañado, por lo que también se denominan técnicas de reorganización intrasistémicas. En estos casos cabe la posibilidad de que las neuronas y circuitos lesionados, puedan ser sustituidos por otros, que estén preservados dentro del mismo sistema. La repetición conductual controlada es básica para conseguir la rehabilitación y automatización de la función. (2)

Las técnicas de restauración son útiles en la recuperación cognitiva no sólo en casos de daño cerebral ligero, sino también en personas sanas, con el objetivo de mejorar determinadas funciones cognitivas como la memoria, el razonamiento o la visopercepción. En el caso de que existan problemas ligeros de memoria, pueden beneficiarse de la utilización de técnicas de restauración, tales como: permitir el recuerdo de material durante mayor tiempo, utilizar ayudas suplementarias o aumentar el número de veces que se presentan los estímulos. La mejoría observada en estos casos, se debe a las consecuencias beneficiosas que la repetición ha tenido sobre los circuitos neurofisiológicos subyacentes en el cerebro, aumentando su eficiencia. (2)

Cada una de estas técnicas, se puede utilizar de manera independiente o de forma combinada en el contexto de la estimulación y la rehabilitación cognitiva, ya que no son abordajes mutuamente excluyentes y pueden ser aplicados en función de las características de cada caso, para lograr el máximo de activación mental. (2)

Para la mejora de los procesos atencionales y de memoria operativa, se recomienda el entrenamiento específico en tareas asociadas a sus subprocesos, (reentrenamiento de la función), con tareas de papel y lápiz u ordenador. (3)

  • Tareas visuales, auditivas
  • Ejercicios de tachado, cancelación de letras o palabras en un texto
  • Detección de estímulos, rastreo visual
  • Búsqueda de símbolos
  • Ordenar letras para formar palabras
  • Tareas de atención selectiva, alternante, dividida y de control atencional

Así es como desde la especialidad de Neuropsicología, del IRF La Salle, trabajamos por ejemplo los déficits atencionales, desde un enfoque restaurador y de entrenamiento, incidiendo directamente sobre el proceso. A través de la realización de tareas específicas, graduadas jerárquicamente por nivel de dificultad y utilizando los diferentes canales sensoriales.

Empezamos por modalidades atencionales más básicas, ofreciendo ayudas verbales para refocalizar la atención y lo más importante, retroalimentando de forma positiva al paciente, después de cada ejercicio.

Algunos trabajos indican que, tanto para memoria operativa, como para atención, la facilitación de feedback permanente sobre la calidad del rendimiento del paciente, es un factor relevante en el proceso de rehabilitación. (3)

Para la mejora de los procesos de memoria operativa, de forma específica, se recomienda el empleo de tareas de:

  • Mantenimiento de la información
  • Evocación demorada
  • Uso de estrategias

En este sentido, desde nuestra unidad, buscamos potenciar en todo momento la memoria online, que el paciente sea capaz de gestionar y mantener de forma actualizada, cierta cantidad de información.