¡Tus huesos te reclaman! Entiende la osteoporosis
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Definición y tipos de osteoporosis
La osteoporosis es considerada un trastorno del hueso relacionado principalmente con la disminución de la densidad mineral ósea, y con cambios en la microarquitectura del hueso, lo cual desencadena alteraciones en la integridad del mismo. Entre dichas alteraciones destaca la pérdida del hueso trabecular y el aumento de la porosidad del hueso cortical. Esto hace que las estructuras óseas se debiliten aumentando así, el riesgo de fracturas ante traumatismos leves (1,2).
Se trata de una patología metabólica crónica y progresiva asociada a una gran morbilidad y discapacidad, secundaria a las fracturas que desencadena (1,2). Presenta una etiología multifactorial.
En cuanto a la prevalencia, la Organización Mundial de la Salud estima que más del 15% de mujeres postmenopáusicas presentan osteoporosis mientras que los hombres la padecen en un 3-6%. El pico de incidencia en ambos géneros lo encontramos entre los 70-75 años (3,4).
Por otro lado, es relevante saber que la osteoporosis tiende a clasificarse en dos tipos:
- Osteoporosis primeria o tipo I: se observa pérdida del hueso trabecular tras la menopausia debido a una carencia de estrógenos (5).
- Osteoporosis secundaria o tipo 2: se evidencia pérdida del hueso trabecular y cortical derivado del envejecimiento. Este tipo parece tener su origen en el fallo de las sustancias encargadas de producir una correcta remodelación del hueso como el calcio, la vitamina D, la malabsorción intestinal o la hipersecreción de hormona parotiroidea (5).
Etiopatogenia de la osteoporosis
A niveles más específicos, es importante tener claro que en el hueso se producen constantemente procesos de formación y destrucción de hueso de forma equilibrada. Las células encargadas de esto son los osteoblastos y los osteoclastos, respectivamente (6).
En un proceso de osteoporosis, lo que ocurre es la pérdida del equilibrio entre la destrucción o resorción ósea y la formación ósea. Se produce una disminución en la generación de osteoblastos que da lugar a un exceso de osteoclastos, traducido en mayor resorción ósea y, por tanto, mayor fragilidad (6).
Clínica de la osteoporosis
La osteoporosis no genera signos ni síntomas claros en los pacientes. Tampoco va asociado a dolor, por lo que se convierte en una patología de difícil diagnóstico en muchos de los casos. Habitualmente no se diagnostica hasta que la persona se realiza pruebas de imagen o sufre una caída que requiera de esa prueba de imagen. Esto provoca que la patología vaya evolucionando sin hacerse patente (7).
Sólo en aquellos casos en los que haya una fractura, encontraremos una clínica de dolor, impotencia funcional y debilidad (8).
Las regiones habitualmente más afectadas que puedan llevar a fractura son: muñecas, caderas, costillas y columna vertebral (9).
Pruebas diagnósticas de la osteoporosis
Los principales métodos de diagnóstico de la enfermedad son:
- Radiografía: se considera la primera prueba diagnóstica, aunque a veces resulta difícil identificar la pérdida de masa ósea si esta no llega al 30% o más (10).
- Densitometría ósea: es la mejor prueba para poder medir la masa ósea total obteniendo la cantidad específica de mineralización de la zona evaluada. No obstante, en ocasiones los valores que se obtienen pueden estar afectados por fracturas por compresión, calcificaciones vasculares, osteofitos o cambios degenerativos. En estos casos debería realizarse una segunda densitometría (9-11).
- Marcadores metabólicos: informan de la actividad ósea del sujeto y permiten prevenir fracturas por osteoporosis, realizar diagnóstico diferencial con otras patologías o saber si la terapia resulta efectiva (10,12).
Un diagnóstico precoz puede darse en forma de osteopenia, en la cual se observará pérdida de masa ósea entre 1 y 2,5 por debajo de los valores pico del sujeto. Cuando esta avanza y ya hay osteoporosis, la pérdida de masa ósea será de más de 2,5 por debajo de los valores pico del sujeto (9).
Tratamiento de la osteoporosis
El tratamiento se encuentra dividido en:
- Tratamiento farmacológico: objetivo orientado a mantener la masa ósea, evitar su pérdida y siempre que sea posible, aumentarla. Se basa principalmente en el uso de fármacos sustitutivos hormonales (calcio, vitamina D, estrógenos o moduladores sintéticos del estrógeno), bifosfanatos y/o agentes anabólicos (9,13).
- Tratamiento de fisioterapia: objetivo dirigido a la prescripción de ejercicio terapéutico. Concretamente, la evidencia habla de actividades de moderado-alto impacto, así como ejercicios de fortalecimiento con carga. A día de hoy, se han observado importantes mejoras en la masa ósea tras la terapia con ejercicio terapéutico (9,10,14,15).
Fisioterapeuta
@94Martads
Referencias bibliográficas
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