Detección y prevención del acoso escolar.

Detección y prevención del acoso escolar.

El acoso escolar y la violencia en las aulas, es un tema que en la actualidad preocupa y mucho, tanto a familias como educadores. Es por ello que a lo largo de este post, trataremos de analizar qué es y qué no es acoso escolar, cómo detectarlo y actuar ante él, y fundamentalmente cómo prevenirlo partiendo del concepto de violencia 0 desde los 0 años descrito en el último documento publicado por el Ministerio de Educación, Cultura y deporte “Plan estratégico de convivencia escolar”   https://sede.educacion.gob.es/publiventa/plan-estrategico-de-convivencia-escolar/convivencia-escolar-espana-politica-educativa/21878

Empezaremos por definirlo: ¿qué es y qué no es Acoso Escolar?

No todos los conflictos entre iguales, las conductas disruptivas o el vandalismo, con independencia de la intensidad de los mismos, se pueden definir como acoso, lo que no obsta para que se intervenga sobre los mismos.

Entendemos que el acoso escolar es una conducta reiterada por la que un alumno, varios o incluso un grupo entero, someten de manera intencionada a maltrato verbal, físico, psicológico o de exclusión social, a uno o varios de sus compañeros con el fin de dañarlos, aislarlos o humillarlos.

Es importante recalcar, que para que se considere acoso y no un conflicto entre iguales, han de cumplirse tres características fundamentales: que haya intencionalidad, es decir, un deseo consciente de herir amenazar o asustar; un desequilibrio de poder entre la persona o personas que acosan y la víctima, que puede ser real o una percepción subjetiva de la misma; y reiteración en la acción, esto es, que dichas conductas se produzcan de manera repetida, metódica y sistemática durante un periodo prolongado de tiempo.

Es un fenómeno complejo y multicausal, que resulta siempre de la combinación de dos factores: una dinámica de búsqueda ilegítima de estatus o poder, y un contexto que lo permite. La detección es en ocasiones muy difícil ya que casi siempre se produce de forma soterrada, normalmente en ausencia de los adultos, y los menores que lo ven, callan por temor o se justifica a través de mitos o ideas erróneas (“era una broma”, “esto ha pasado siempre”, “estas cosas te hacen más fuerte” o “son cosas de niños”).  Todo ello hace que la situación se sostenga haciendo muy difícil que la víctima supere y salga de esa situación por sí misma.

Especialmente importante, es que una vez que se detecta una relación de acoso, se intervenga con agilidad, por un lado porque es probable que la escala de agresiones esté ya en un alto grado de intensidad, y por otro porque este tipo de situaciones, suelen generar un efecto muy negativo en el proceso de socialización de los menores, tanto de las víctimas como de los acosadores.

Para ello, todas las comunidades autónomas tienen definido un protocolo de actuación que los centros escolares han de activar, cuando se pone en conocimiento un posible maltrato. Los protocolos son públicos y accesibles a todo el mundo para su posible activación.

http://www.comunidad.madrid/publicacion/1354567357534

Existen distintas formas de acoso entre iguales, algunas de ellas se definen a continuación:

  • La exclusión social. Puede ser Activa (no dejar participar) o pasiva (ignorar). El objetivo es aislar al acosado. (marginarle, distorsionar su imagen, manipular al contexto, coaccionar al grupo).
  • La agresión verbal o Psicológica. El objetivo es infravalorar atacar la autoestima de la víctima. (insultos, motes, menosprecios en públicos, difusión de rumores comentarios racistas o despectivos, chantaje, intimidación …)
  • La agresión física. El objetivo es atemorizar, acobardar, abatir al niño acosado mediante amenazas hacia su integridad física (bofetadas, golpes empujones agresiones de carácter sexual…)
  • El ciberacoso o ciberbulling. El objetivo es la intimidación psicológica u hostigamiento que se produce entre iguales utilizando como medio las tecnologías de la información y la comunicación. Además de los rasgos de intencionalidad, reiteración y desequilibrio de poder, el ciberacoso tiene otras características particulares, que resulta interesante mencionar:
  • Inmediatez. La difusión es instantánea
  • Viralización. Los mensajes se difunden a través de las redes sociales sin control, llegando a personas de su entorno y de fuera de él por lo que se intensifica la experiencia de abuso de la víctima, se siente desprotegida incluso en su casa, y durante las 24 horas del día.
  • Impunidad de los acosadores. El anonimato que inicialmente ofrece internet actúa como escudo sin temor a las consecuencias.

¿Quiénes intervienen en una situación de acoso?

Los acosadores:

Suelen ser personas populares entre sus compañeros por sus dotes de liderazgo y su capacidad de convicción, con poca empatía emocional y con muchos recursos para imponer su criterio (bien por poseer una alta autoestima, o justo por lo contrario, como herramienta para disfrazar un mal autoconcepto). Con sus acciones suelen buscar reconocimiento social, y satisfacer su necesidad de dominancia sobre el resto, ya que suelen poseer baja tolerancia a la frustración sostenida en parte por ambientes familiares permisivos, desestructurados, o con estilos de resolución de conflictos similares. Es necesario realizar una intervención adecuada con los menores que encajan en este perfil, ya que de no abandonar el rol, el modelo de dominio- sumisión que subyace al acoso se asentará, disminuyendo su comprensión moral, su empatía emocional y su capacidad para establecer vínculos sociales adecuados, aumentando el riesgo de seguir utilizando la violencia en el mismo y en otros contextos.

Los acosados:

Las víctimas de acoso, suelen tener en común la presencia de un rasgo que lo convierte en diferente al resto, bien sea por su aspecto físico, forma de hablar, identidad sexual, discapacidad, etnia… y es el agresor, o grupo quien convierte esta diferencia en motivo de maltrato. Suelen ser niños inseguros, con baja autoestima y tímidos, que por sus características no poseen una buena red social que les apoye y no disponen de las herramientas y recursos psicológicos y sociales suficientes para hacer frente al conflicto. Es importante acompañar e intervenir de forma adecuada con los menores que encajan en este perfil previniendo posibles consecuencias a nivel emocional (miedo, ansiedad, depresión…) académico y de relación. Algunos indicadores que pueden reflejar la vivencia de una posible situación de acoso, siempre que aparezcan sin otra causa que los explique mejor, serían los siguientes:

  • Incremento súbito de las faltas de asistencia o negativa a asistir al centro.
  • Descenso drástico del rendimiento escolar, problemas de concentración y atención en clase.
  • Ausencia de amigos y aislamiento.
  • Cambio de carácter: ansiedad, mutismo, tristeza, irritabilidad, introversión, agresividad, conductas autodestructivas…
  • Somatizaciones: malestar al levantarse, mareos, dolores de cabeza, molestias o alteraciones gastrointestinales, asfixia u opresión en el pecho, temblores, palpitaciones…
  • Alteraciones del apetito o del sueño.
  • Abandono de aficiones.
  • Cambio de hábitos en redes sociales.
  • Evidencias físicas de maltrato como moratones, pérdida no justificada de objetos, desaparición de trabajos, manualidades, pertenencias rotas, etc.

Los espectadores:

Los Espectadores, son fundamentales en el establecimiento de las relaciones de acoso, porque son los que sostienen la misma, bien tomando una posición activa, si animan y apoyan al agresor, o pasiva, si observan pero no hacen nada para impedirlo. Esto hace que aumente su permisividad ante situaciones injustas reforzando posturas individualistas que pueden producir insensibilidad ante la violencia o apatía y sensación de impotencia.

Las investigaciones ponen el énfasis en la prevención como la mejor arma para combatir las situaciones de acoso Click to Tweet

Y ¿qué hacemos?

Detección y prevención del acoso escolar.

Las investigaciones ponen el énfasis en la prevención como la mejor arma para combatir las situaciones de acoso y centran su interés en el desarrollo de un plan estratégico de convivencia escolar que permita generar espacios de aprendizaje libres de violencia, que surgen de la idea de que en la escuela, nadie puede agredir a nadie, y si lo hace toda la comunidad educativa va a rechazar su conducta se va a posicionar a favor de la víctima y va a trabajar con el agresor para que consiga estrategias más constructivas para resolver los conflictos . Este tipo de escuela solo tiene cabida si se trabaja:

  • mediante una educación inclusiva, basada en el respeto a las diferencias, pero con planteamientos de igualdad de oportunidades.
  • Aumentando la participación de la COMUNIDAD EDUCATIVA a través de Actuaciones formativas- e informativas de los equipos directivos, del profesorado y otras personas que trabajan en el centro, con los alumnos y con las familias. Encaminadas a la sensibilización y entrenamiento en la resolución constructiva de los conflictos,
  • Trabajando Tolerancia 0 ante las injusticias y actos violentos, siempre con los mismos mensajes.
  • Trabajando desde las asignaturas elementos transversales de mejora de la convivencia, basadas en el respeto a la diversidad, en el concepto de igualdad solidaridad, justicia…con metodologías que fomenten la mejora del clima escolar.
  • Desarrollando planes específicos y programas que fomenten el respeto la igualdad, la atención a la diferencia, la sensibilización y el desarrollo de competencias personales necesarias. (plan de acogida, plan de atención a la diversidad, plan de acción tutorial, educación emocional, programas específicos…

 

¿Y cómo familia, qué podemos hacer?

  • Prevención de la violencia desde la PRIMERA INFANCIA: Educar en la tolerancia 0 a la violencia. Cuidar los mensajes. Alentar a nuestros hijos a adquirir COMPROMISOS a posicionarse en contra de estos actos y a no callarse ante estas situaciones.
  • Educar en la importancia de tener en cuenta los sentimientos de los demás.
  • Perder el miedo a educar en valores RESPETO, JUSTICIA, SOLIDARIDAD, VALENTÍA, dando valor a la
  • Educar con LÍMITES
  • Crear con nuestros hijos espacios de diálogo abierto y sincero, donde puedan expresarse, y donde se sientan entendidos y donde se de crédito a sus emociones.
  • Fomentar en nuestros hijos la seguridad personal y la fortaleza.
  • Formarnos en aquellos aspectos presentes en la vida de nuestros hijos, que a nosotros nos resultan más alejados, para acompañarles en su crecimiento. Uso de las tecnologías, redes sociales.
  • Conocer/controlar el nivel de violencia que consumen nuestros hijos (televisión, videojuegos, youtube, redes).
  • Estar atentos a la evolución de nuestros hijos, y poner en conocimiento del centro situaciones que consideramos anómalas con responsabilidad social.
  • Confiar en el centro educativo y trabajar de forma conjunta y coordinada para la resolución del conflicto.

Web grafía y recursos interesantes.

Autora: Cristina Rodríguez Merino. Psicóloga de la unidad de infantil y adolescencia del IRF La Salle

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