Trastornos craneomandibulares
Articulación temporomandibular
La articulación temporomandibular o ATM se forma entre el cóndilo de la mandíbula (mandibular condyle en la foto superior derecha), la cavidad glenoidea (mandibular fossa en la imagen superior derecha) y el cóndilo del hueso temporal. Entre el cóndilo mandibular y la fosa del temporal encontramos un disco interarticular y los ligamentos, capsula articular y músculos periarticulares, los cuales tienen influencia directa no solo sobre la articulación (masetero, temporal, digástrico…) si no también sobre el propio disco como es el caso del músculo ptirigoideo lateral, el cual se ve en la imagen inmediatamente inferior(1,2).
Se trata de una de las articulaciones de mayor complejidad del cuerpo, clasificándolo como una articulación diartrodia, sinovial, bicondílea y multiaxial, que permite movimientos como la apertura, el cierre, la protusión (llevar la mandíbula hacia adelante), retrusión (llevar la mandíbula hacia atrás), lateroretrusiones (llevar mandíbula hacia los lados)(1,2).
La ATM a su vez debe tener la capacidad de trabajar de forma coordinada entre los dos lados de la misma (ya que es bilateral). Esta capacidad sinérgica se la aportan la musculatura y por su puesto el control motor de nuestro sistema nervioso, el cual jerarquiza la actividad muscular(1,2).
Trastornos temporomandibulares
Los trastornos temporomandibulares son un grupo de disfunciones con signos y síntomas que afectan al sistema masticatorio (musculatura, articulación temporomandibular) y estructuras asociadas(3,4).
Son consideradas entidades patológicas multifactoriales, en las que pueden intervenir alteraciones musculares y/o articulares, lesiones traumáticas, procesos parafuncionales (morderse las uñas, masticar chicle, bruxismo…), cambios hormonales(3,4).
Los signos y síntomas predominantes en este tipo de patologías son la hiperalgesia de la región del sistema temporomandibular, tanto a nivel articular, como de la musculatura masticatoria (masetero, temporal, ptirigoideos…). Además de alterar la mecánica mandibular, dando lugar a limitaciones del rango de movimiento mandibular, presencia de ruidos articulares (clics, crepitaciones…), desviaciones (cuando la mandíbula al abrir la boca, se desplaza de la línea media hacia un lado y vuelve a ella posteriormente, haciendo una forma de S) o deflexiones (cuando la mandíbula se desplaza de la línea media al abrir la boca hacia un lado)(3–6).
Es ampliamente estudiado la influencia de los factores psicosociales en el dolor crónico. Esto mismo ocurre en la región temporomandibular, en el que los factores psicosociales presentan un importante papel tanto en el proceso de cronificación como de evolución del proceso disfuncional(7–10).
Una situación de dolor que provoque una discapacidad percibida elevada por el paciente puede dar lugar a que procesos como el estrés y la ansiedad comiencen a ser situaciones comunes en el día a día de la persona ante el momento en el que se encuentra. Esto unido a otros factores como malas estrategias de afrontamiento (referido a no tener capacidades o herramientas específicas para afrontar el dolor o la situación por uno mismo, modificándola o haciéndola más sobre llevable. De manera que se adoptan posiciones pasivas ante el problema, como pueden ser: dormir a ver si se pasa el dolor, tomar medicación, o depender de forma exclusiva de un profesional sanitario para que esa situación mejore) y afectividad negativa puedan dar lugar a un empeoramiento de la situación clínica global del individuo. (10). Incluso hay evidencia de que estos síntomas afectivos negativos son un factor de riesgo para desarrollar la patología(10).
Algunos estudios muestran como lo síntomas depresivos y ansiosos en pacientes con trastornos temporomandibulares presentan niveles más elevados en comparación con sujetos sanos. Pero con baremos similares a condiciones de dolor crónico de otras patologías(7,8).
Por otro lado el catastrofismo (Rumiación, Magnificación y Desesperanza) ante el dolor, constructo muy estudiado y relevante en situaciones de dolor crónico, como es el caso de los trastornos craneomandibulares, se ha asociado a altos niveles de discapacidad percibida, disminución de la calidad de vida y con una percepción de dolor de mayor intensidad, que en pacientes con niveles de catastrofismos inferiores(11,12).
En una revisión reciente se ha establecido dos grupos definidos para categorizar los trastornos temporomandibulares(13).
En primer grupo o Eje 1, que se refiere al diagnóstico del dolor y el grupo segundo grupo o Eje 2, que corresponde al diagnóstico del estatus de los factores psicosociales(13).
De forma general, la clasificación de los trastornos por dolor del eje 1 sería:
- Trastornos craneomandibulares relacionados con dolor:
- Dolor miofascial (dolor de origen muscular a la palpación y actividad de dicha estructura.)
- Dolor miofascial referido (dolor de origen muscular que se dispersa por zonas más alejadas del músculo que lo origina)
- Artralgia (Dolor de origen articular)
- Luxación del disco con reducción (agudo).
- Luxación del disco con reducción y bloqueos intermitentes (crónico).
- Luxación del disco sin reducción y con limitación de la apertura (agudo).
- Luxación del disco sin reducción y sin limitación de la apertura (crónico).
- Trastornos degenerativos.
- Subluxación.
Alberto Pérez González
Fisioterapeuta en el IRF La Salle
Experto en trastornos craneomandibulares
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